Madre del Agua, mi paso por el campeonato de Canarias

Después de acabar la versión corta de la carrera  Hoya del Abade y quedarme con el sinsabor de que podía haber acabado la larga, me propuse un nuevo reto, hacer una carrera de más de 60 kilómetros. Y la más inmediata en el calendario era esta de Madre del Agua en Tacoronte, organizada por el Club Ciclista Eslabón. Con el apoyo familiar necesario -léase permiso de mi mujer- para poder coger la bici tarde sí y tarde también, y el de mis amigos Fran y Toni que lejos de quitarme de la cabeza esta locura me animaron a ponerme a dar pedales y salir a entrenar para prepararme esta prueba cuyo perfil de desniveles asustaba, me propuse entrenar para poder acabar este desafío personal.


Entrenar.... confieso que es algo a lo que nunca podré acostumbrarme. Como me han dicho más de una vez, soy un globero ¡y a mucha honra! que coge la bici para divertirse. Bastantes penurias pasa uno a diario en el trabajo, en casa, en la carretera, yendo de tiendas con tu mujer -espero que ella no lea esto- como para que el ratito que uno tiene libre agachar la cabeza en una interminable carretera de asfalto y ponerse en un interminable "pallá-pacá" a dar vueltas en el mismo sitio, como si de un tontódromo se tratara, mirando únicamente la diminuta pantallita de un reloj que te dice lo mucho o poco revolucionado que va tu corazón mientras das pedales a una velocidad determinada -dicen que le llaman cadencia-. Llámame brutito, ignorante, globero o como prefieras,  pero eso no está hecho para mí. Así que con los 15 días que tenía por delante me marqué los únicos entrenamientos dentro de mis posibilidades: volver del trabajo por las tardes dando pedales a un ritmo al que no estoy acostumbrado (alrededor de 50 kilómetros de asfalto y unos exiguos 500 metros de tierra que sabían a poco), una tarde de enduro muy muy suave, una circular con Fran en la que la dureza la puso el viento y una ruta de más de 80 kilómetros el único fin de semana antes de la carrera. No hubo nadie que me dijera que este plan estuviera bien, al contrario, que estaba rematadamente mal, así que no se te ocurra seguir mi ejemplo, pero compa, ya con mi edad aprender y cambiar cuesta más que subir Las Haciendas.

Y con esto y un bizcocho, para Tenerife en el barco de las ocho. Esta vez arrastré con mi familia para la isla vecina, que ya fui solo cuando la Hoya del Abade, y no era plan abusar. El sábado hizimos una visita a un famoso parque de atracciones con animales para compartir un poco de tiempo con los míos y alejarme por un día de tanta bici. Aunque mi hijo, al final del día me dijo... "papi, mejor hubiéramos cogido la bicicleta que ir a ver los mismos delfines de todos los años". Toda una alegría la que me dio, otra más desde que el pive está dando pedales. Y como no podía ser de otra manera, él ya estaba apuntado para la gimkana infantil que paralelamente a la carrera organizaba el Club Ciclista Eslabón. Con la complicidad de Fran y su familia también había llevado su bici para Tenerife, y el destello de luz que salió de sus ojos al decirle que lo había apuntado a una carrera en Tenerife iluminó mi cara de orgulloso padre ciclista. Si ya para él fueron  una sorpresa el haber viajado y la visita al parque, ya lo de coger la bici en otra isla fue el acabose. Aun estoy que no me creo la suerte que tengo de que a mi hijo le guste la bici.

El sábado por la tarde fuimos a recoger el dorsal. Allí coincidimos ya con nuestro compañero de equipo y amigo Toni, y nos sacamos la típica foto de rigor con el letrero ese con el logotipo de la carrera y los nombres de los patrocinadores y colaboradores, fotocall me dijeron que se llama. Aparte de ello, y de recoger una buena bolsa de corredor con una camiseta bastante bonita dentro, tuvimos oportunidad de conocer un poco más de los entresijos de la carrera, su sistema de cronometraje, como iba a ser, conocer y dialogar a los organizadores y a algún que otro corredor... vamos, echar un rato hablando de bicis con gente que les gusta las bicis. Nos hablaron de la dureza del recorrido (para meterme más miedo en el cuerpo, pienso yo), y nos advirtieron de varios pasos técnicos, en concreto uno que le decían "superratón" o algo asi. Con el final tan bueno que tuvo para mi gusto la Hoya del Abade, me hice ilusiones en cuanto a lo que me podría encontrar en las bajadas, que al final es lo que a uno le gusta.  Y tras cenar, nos retiramos a descansar.


Y amaneció por fin el domingo. Bueno, amanecer... como que el amanecer lo vi estando despierto. Tuve la mala suerte de que mi hijo menor se me puso malo y ya saben que un bebé con fiebre es peor que un terremoto a la hora de dejarte la noche sin dormir. Pero bueno, es lo que hay. Apañamos todos los bártulos y tiramos para Tacoronte. Alli nos reagrupamos los tres Tamadabas que íbamos a la carrera -Fran, Toni y yo mismo- y nos pusimos al final de la fila, para no estorbar a tanto gallo que había. También coincidimos con Javi, que aunque pertenece a otro club, es un amigo de muchos años en el "grupo clandestino" al que nos une la afición ciclista y con los que tantas rutas hemos compartido.

Una pasada, como gusta el maratón en Tenerife. Bicicletones gama alta no, la que está por encima de la gama alta, ciclistas sin un gramo de grasa ni siquiera en el pedalier y equipamientos más caros que unas vacaciones en el Caribe eran la tónica general en lo que era la parte delantera de la inmensa serpiente multicolor que conformábamos los ciclistas que esperábamos la salida. Pero no era para menos, estaba en la carrera que iba a decidir el campeón y la campeona de Maratón -XCM- de Canarias. Todos los que tenían opciones e ilusiones de conseguir algún puesto de cabeza dentro de cada una de sus categorías tenían que estar no sólo preparado sino que obviamente intentaban contar con el mejor equipamiento posible. Y creo no equivocarme si digo que en los primeros 15 metros había más dinero en bicis que en los presupuestos de muchos municipios de nuestras queridas Islas Canarias. Ya de mitad para atrás sí que empezabas a ver ya gente más parecida a mi -vamos, con barriguilla-, y bicicletas ya menos costosas y terrenales.


Cuando se dio la salida, salimos todos en tropel. Algo recordaba yo de que era una salida neutralizada, pero aquella marea de gente te arrastraba a una velocidad que ni bajando por una pista asfaltada. Cuando salimos del pueblo, y nos mandaron a parar, iba yo con el corazón que se me iba a salir de la caja toráxica. Pero lejos de descansar, un ciclista que se identificó como el escoba de la versión larga de la carrera, nos mandó avanzar como 10 metros en aquella ingente masa de ciclistas para poner a todos los de una y otra modalidad juntos.... es decir, que me habían adelantado en el tramo neutralizado me habían pasado casi la mitad de los participantes de la corta. Aquello ya empezaba para mí regulín-regular. Al poco se dio nuevamente la salida, esta sí, la buena. Salieron como alma que lleva el diablo. Sólo podía oír el típico ruido que hacen los cambios al bajar piñones de manera brusca pero aumentado por mil y ver sólo veía al que tenía delante porque una polvajera levantada por tanta rueda me impedía ver mas allá de los 5 metros. Pero bueno, mi objetivo era terminar y pa´rriba que empezé a darle. Me sorpendió ver como me adelantaban ciclistas con dorsal de diferente color al mío.....¡no jodas! ¡habían dado la salida a las dos modalidades a la vez! Menudo potaje se montó, los colistas de la larga nos teníamos que apartar ante los primeros de la corta que obviamente iban a toda leche a por la victoria en esa modalidad. Cierto es que lo compartido no fue un recorrido muy largo, a lo mejor no llegó al kilómetro, pero se me hizo eterno, a la par que molesto, ir "desorillando" el veril del camino apartándome para que pasara tanto velocista a mi lado. En mi opinión -ojo, solo es mi opinión- con 3 minutos que hubieran dado entre las salidas de una y otra versión de la carrera hubieran evitado muchas molestias tanto a unos como a otros.


Y tiramos pa´rriba. Y digo bien, pa´rriba, porque eso era lo que te regalaba el trazado... un continuo ascenso, con algún repecho durillo, que rápidamente me dejaron en el puesto número 3 o 4 de la cola. Mi poca y mala preparación, el no haber dormido bien la noche anterior y el verte tan bajo de forma me colocaron tan atrás en la clasificación y con unas escasas ganas -ningunita- de dar pedales. Gracias a Fran que me cogió por la pechera y me tiró palante arrempujándome con sus ánimos. Lo hizo sacrificando su carrera, quedándose conmigo todo el recorrido. Amigo, gracias.

Al rato, la primera bajada... un senderillo en un túnel de vegetación.... casi me esnarizo. Iba con una bici prestada (quería probar una talla de bici) que no conocía bien, y no regulada correctamente,  y las gafas de sol que impedían ver más allá del cristal de las gafas.... Casi me adelanta el escoba en esa bajada. Nuevamente, me vine abajo, y nuevamente jalaron por mí pa´rriba. Conforme avanzábamos me iba yo encontrando más a gusto, que no más fuerte, y empezé a sufrir menos y a disfrutar del paisaje y de la compañía, hasta el primer avituallamiento, donde ya sí que me puse a tono y afronté el recorrido con mayor ilusión. Tenía claro que mi objetivo era llegar a los cortes, no esta o aquella clasificación. Tiramos y tiramos subiendo lo que se podía (casi todo) y bajando sin problemas toito.


Hablando de bajar.... me llamó muchísimo la atención que pusieran carteles avisando de bajadas técnicas..... yo la verdad no las ví. Hombre, uno que baja el Sao a cada rato tiene una idea un poco peculiar de lo que es una bajada técnica, pero en Madrelagua no vi nada que obligara a bajar la tija telescópica que tiene equipada la bici que me prestaron. Entiendo que al apuntarse tanta gente, los habrán de todos los niveles y advertir de un peligro no está de mas..... pero ojalá hubiera habido algún paso un poco más "jugoso" por así decirlo, como los que disfruté en la bajada final de la Hoya del Abade, pero bueno, lo que había estaban entretenidos también. Eso sí, lo del "superratón" me pareció un chiste. Eran dos escalones. Dos. No me río de que el obstáculo fuera así o asao, ni de que la organización pasara por este o aquel camino, me llama la atención porque algunos corredores habían exagerado mucho hablando de ese paso, casi mitificándolo. A mí me parecieron muchísimo más difíciles algunos repechos de subida, incluso alguno con porteo, de los que nadie me habló ni antes ni después del evento.

Si les parece, hagamos un paréntesis. Como les había comentado, mi mujer e hijos se quedaron en Tacoronte en las inmediaciones del Polideportivo Municipal que hacía de centro neurálgico de la carrera. Por un lateral del mismo se organizó la gimkana infantil que mi hijo disfrutó enormemente. Me pareció una idea buenísima, porque a la vez que los corredores se pierden en el monte, los familiares y amigos que te acompañan en el desplazamiento tienen algo que hacer. La verdad es que tantas horas botaos en un sitio que no conoces con dos niños sin nada que hacer.... Por eso digo, que es una gran iniciativa, de la que todos deberíamos coger recorte.


¿Qué es una ruta sin un pinchazo ni una avería? Pues no es ruta ni es nada. Eso debió de pensar la rueda trasera de Toni, al que alcanzamos poco después de sobrepasar el ecuador de la carrera. Una raja que el líquido tubeles no conseguía sellar le estaba haciendo la puñeta. Paramos, y manos a la obra, digo, a emborregarnos del líquido tubeless. Primero, que si intentar salvar el tubeles, luego cambiar cámara y luego volver a cambiarla..... y es que cuando una cosa va mal, la que viene detrás va peor.... la cámara que tenía Toni de repuesto estaba estropeada y no cogía aire. Y claro, la cubierta tubeless no es que sea amorosa precisamente a la hora de meterla y sacarla de la llanta. Total, que perdimos un tiempo de la leche allí. De hecho, nos trincó el escoba. Pero bueno, reparado el gumático, reemprendimos la marcha, ya sí, los tres juntitos. Pasamos por los diferentes avituallamientos donde nos dieron de todo, y donde me jinqué de todo. ¡Eran unos avituallamientos muy surtidos, sólo mejorables con una escudilla de cafeyleche con gofio! Muy muy bien este apartado.


Poco a poco fuimos recortando algunas posiciones, ya no nos acompañaba el escoba. Este, que iba haciendo la ruta más que sobrao, llevaba un mochilón inmenso en el cual iba echando toda la mierda que tiraba la gente.... Es increíble. Te compras un gel de 150 gramos que te vale 15 euros para que te de un chute de energía cuando te ves cansao, te lo jincas en medio del monte y el envase vacío, cuyo peso no creo que llegue a 10 gramos, no te cabe en el bolsillo del cual salió hace medio minuto, bolsillo en el que lleva toda la mañana dando vueltas en tu espalda. De verdad, lo veo de jedidondos. Señores, o cuidamos el campo o como mínimo no lo estropeamos, pero tirar la basura es una invitación a las autoridades a darnos por saco.


En una bajada tuvimos un percance, Toni quizo pelearse con un tocón entre la maleza.... y ganó el tocón. Menudo susto me dió. Yo iba justo detrás de él (A Fran en las bajadas no lo olía) y cuando vi que se golpeó contra un arbol me temí lo peor. Mi mente, instintivamente, rememoró aquel ostión que me dí en Cueva Corcho y que me supuso un hombro roto. Así que lo primero que pensé es... ya se rompió el hombro. Boté la bici a un lado y con un cuidado del carajo lo levanté por la cintura y con extrema delicadeza miré a ver si se había roto algo. En principio no lo parecía, pues tenía toda la movilidad, pero el golpe que tenía necesitó de que pararamos un buen rato a que cogiera resuello el chiquillo. Y yo, que se me pusieron "los humildes" en la garganta. Pero bueno, al golpito continuamos, que la verdad Toni iba bastante dolorido y aquello no hacía sino virar pa rriba.

Y llegamos al último avituallamiento, separado por unos metros físicos del último control de corte pero por unos cuantos kilómetros de recorrido (daba un rodeo a una montaña y volvía). Nos advirtieron que nos quedaban diez minutos para el corte, que no íbamos a llegar. Toni, que no podía más se quedó en el puesto de la Cruz Roja que estaba allí para que lo miraran, y Fran y yo partimos en busca de un objetivo imposible: llegar a tiempo. Salimos a fuego. Jamás en mi vida había corrido tanto con la bici, con la excepción de el famoso corte de Puerto Cabras en Fudenas. Con el piñón chico a todo meter cuesta arriba, a más de 35 por hora.... y yo que me creía muerto ya a esas alturas de la carrera. No sé de dónde diablos saqué las fuerzas, pero lo cierto es que ibamos a una velocidad que pocas veces en mi vida he alcanzado, o que alcanzaré nunca. Pero..... no pudo ser, era imposible. Era mucho recorrido para sólo 10 minutos, de hecho, tardamos 20, quedando fuera de carrera por eso, por diez minutos. Oye, que uno tiene su corazoncito y le dió cierta magua el que te quedaras fuera, pero la ley es la ley, y según debería de estar reflejado en los reglamentos de la carrera si no llegas a tiempo, te retiran el dorsal y ya continúas bajo tu propia responsabilidad.


Bueno, continuar, teníamos que continuar por narices, más que sea para llegar al coche. Tiramos para abajo por un cortafuegos lleno de helechos, donde nos cruzamos con voluntarios que ya recogían la señalización. Excelente trabajo, de verdad, el del voluntariado, exceptuando uno en el último avituallamiento que me negó un vaso de refresco al tener recogido todo antes de que llegaran los últimos y el escoba. Dejaban todo limpio, y durante todo el recorrido nos iban indicando en todos los cruces la dirección a tomar, y como dije, en todos (casi todos) los avituallamientos nos trataban mejor que una abuela mima a su nieto.

Ya en meta, con el apuro de que el barco se nos escapaba, me jinqué dos platos de una deliciosa paella (a esas alturas pollo no quedaba, normal por otra parte), dos cervezas a pecho (no cayeron más que había que chofiar), y tanto líquido con sabor a cola como me cupo en la barriga. Recogí la bici del niño y la mía, haciendo un puzzle en el pequeño portabultos de la partner de mi mujer, y tiramos pa Santa Cruz, con el tiempo justo para meternos en hora dentro del barco y regresar a casa.


Antes de terminar, sí que quisiera reseñar el único punto negativo que encontré. Nuestro compañero Toni, como comenté antes, tuvo una aparatosa caída y fue atendido en primera instancia en el último punto de avituallamiento, muy bien, por cierto. Y los voluntarios que allí habían, concretamente uno con una tienda de bicicletas en Tenerife, nos lo trajo para abajo, donde le esperaba como no podía ser de otra manera nerviosa su mujer. Como creo que es normal en una persona que se da semejante talegazo, busca la opinión de un médico "porsiacaso". Y cada carrera con el amparo de la federación tiene por normativa que tener uno a disposición de los corredores. El tema es que esta normativa no dice que este médico sea un superhéroe de cómic, con visión de rayos X y que sin quitarse unas gafas de sol y a dos metros de distancia te asegure que no tienes nada roto, sin tocarte siquiera. Bromas aparte, Toni al final no tenía nada roto, porque si lo llegara a tener ...... digamos que el superhéroe de comic hubiera metido la pata.

Pero bueno, ese incidente -fácilmente subsanable por otro lado, médicos hay montones- no puede empañar mi opinión del evento. Chapó por la organización. Todo muy bien, aunque todo es mejorable, lo que ví me gustó mucho. Que en cada avituallamiento te pudieras jartar si quisieras, que en cada cruce hubiera un voluntario diciéndote "paquí" o "pallí", un marcaje del recorrido muy correcto, la ceremonia de entrega de trofeos -zumo de cebada incluído-, el detalle de la gimkana para los niños... Una gran organización para todo un campeonato de Canarias de maratón. Un recorrido duro -oiga, que no es una ruta de fin de semana-, en un marco natural incomparable, con alguna bajadilla interesante pero asequible para todos. Mis felicitaciones para el Club Ciclista Eslabón, para sus colaboradores, patrocinadores y voluntarios.


En lo personal... acabé reventaíto. Molío de tanta bici. Dije las típicas palabras que todos decimos cuando nos levantamos el día despues de una gran juerga donde acabamos jalaos....."más nunca"..... palabras que ninguno cumplimos y todos acabamos emborrachándonos a las primeras de cambio. En mi caso, volviendo a coger la 29 y a agachar la cabeza cuesta arriba. Y en cuanto a la medalla que mi hijo se trajo de Tenerife (otro detallazo de los chicos de Eslabón) y que yo no tengo, por mucha rasquera que mi retoño me dé, no me dio magua, porque el ayudar a un compañero es lo más importante de esto que llamamos ciclismo, y que se recompensa con una amistad a prueba de bombas que es de verdad lo mejor que nos da la "jodía bicicleta".

Saludos, nos vemos dando pedales.


NOTA: Lo publicado es meramente un artículo de opinión del autor. No representa más que un consejo, una opinión, el parecer de una persona, y nunca algo vinculante. El club y sus empresas patrocinadoras no se hacen responsables de las opiniones vertidas por su autor. Tampoco se hacen responsables de que te pongas ahora a mirar el recorrido del año que viene para apuntarte y participar en esta carrera tan espectacular y golosa.

Más información:
Club Ciclista Eslabón
Clasificaciones Madrelagua 2018
Resumen de Pedaleando por Canarias de la carrera