Hoya del Abade: volviendo a las carreras

Desde 2014 no participaba en una carrera. En aquella ocasión fue la edición en dos días de Fudenas.   La verdad es que acabé tan desencantado de lo que es prepararme para un evento que no había vuelto a apuntarme a nada. Pero este año todo cambió. Al entrar en la disciplina Tamadaba Biker - 4G Flota   e involucrarme colaborando con los eventos del club pues quieras que no a uno se le van los ojos y te dices a ti mismo cosas como "¿y porque no?".



El año pasado una buena representación del club acudieron a una carrera en la vecina isla de Tenerife : La Hoya del Abade, carrera de la cual nunca había oído hablar por cierto, pero los comentarios de mis amigos hicieron que me marcara esa fecha en mi calendario con bolígrafo rojo. Tanto es así que me apunte el primer dia no sea que me quedara fuera. Y me dispuse a entrenar, o como yo lo llamaba, a ir a catequesis para preparar la ostia de confirmación que me iba a dar el cura cuando acudiera a su monasterio. Sin embargo, y siguiendo con el símil eclesiástico, el hombre propone y Dios dispone. Yo me propuse entrenar, y Dios me dijo que nanai de la china. Primero, con el obligado aplazamiento de nuestro Enduro, luego con el trajín de nuestro Xc, la realización por fin del enduro y sobre todo circunstancias familiares con las que no contaba cuando me apunté, tuvieron como consecuencia que llegara a 10 días de la prueba con tres o cuatro salidas de 20 kilómetros y dos únicas salidas medio-serias de más de 60, en una de las cuales me dio tal pájara que tuve que pedir me fueran a "rescatar" aunque solo me quedara la bajada. Asustao, me puse en contacto con la organización de la carrera y sobre la marcha y sin poner ninguna pega me pasaron a la modalidad corta de la carrera.


Al final, entre socios y federados del club, nos ajuntamos 10 corredores, una representación más que nutrida. Martín, Fran, Cuco, Fermín, Joni, Gustavo, Yeray, Juanma, Chano y yo mismo nos dimos cita en el polideportivo municipal de la Victoria de Acentejo la víspera de la celebración de la carrera, no sin haber parado a comer en un determinado guachinche que Juanma conocía y jartarnos de proteínas e hidratos de carbono que necesitaría el día siguiente. Allí me enteré de que la carrera era valedera para no sé qué campeonato nacional, y que por ello se habían desplazado algunos equipos punteros a la isla, dándole más prestigio a la carrera. Equipos punteros que yo no conocía, como el equipo Buff-Scott, pero claro, yo soy más de los que miran horquillas de 160 que de los que miran cuadros rígidos de carbono, y babeo más con los videos de la EWS y del McCasquill que con los de la Andalucía Bike Race o la Titan Desert esas.


En la entrega de dorsales comenzé a darme cuenta de lo que me habían contado, una organización muy comprometida con el evento nos atendió de una manera muy cercana y atenta. Parecía que me veía en un espejo, es decir, nos trataron justo justo como nos tratariamos a nosotros mismos. Al entregar los dorsales había también que dejar la bici allí para que nos las subieran a la salida de la carrera, pa lla rriba. Alli, bien colocadita, arrimaron mi modesta y desvencijada Focus entre Sparks, Oiz, Epics, Fuels, Kendas y demás familia cuya factura de compra parecería más de un coche que de una bicicleta. Esa misma tarde se celebró la Cronoescalada enmarcada en el evento. Personalmente me pareció una genial idea, ya que con ello se agrupaban las dos carreras en un mismo fin de semana aumentando asi la oferta deportiva que ofrecen, sobre todo a aquellos que necesitaríamos viajar (y alojarnos) desde otras islas. Yo particularmente no me apuntaría ni de broma, pocas veces he visto unas cuestas tan empenicadas como por las que pasó esta crono. Pero oye, si te gustan los desafios, éste es uno de los buenos, y decir que la acabaste deberia de constar en el carnet de identidad. Joooooodeeeeeeer que cuestones.


Y llegó por fin el domingo, el tan esperado domingo de la carrera. Amaneció fresquito pero viendo el perfil de la carrera acertadamente me despoje de blusa termica y demás abrigos..... Frío no ibamos a pasar. Tras la foto de rigor todos arrejuntaitos, nos pusimos en la cola para el tema del transporte a la salida, en un lugar llamado La Sebe. La organización contaba con unos pequeños furgones de alquiler para la ocasión, que bien aprovechaditos iban subiendo a los participantes a la zona de salida. Como Fermín y yo íbamos a la corta, tuvimos que quedarnos para los últimos.... Tan últimos que fuimos en el último remonte.

¿Alguien dijo remonte? Calla calla Juan, que te pierdes 😀😀😀😀😀😀😀. Emplear la palabra remonte no es gratuito, si a mí me hubieran dicho que para llegar a la salida nos hubieran metido ese recorrido, o uno menos vertical pero con el mismo desnivel positivo acumulado, no me hubiera apuntado. En otros eventos buscando salir y acabar en el pueblo te meten kilómetros y kilómetros (con desnivel incluido) neutralizados de manera innecesaria, que te cansan y agotan antes de que empiece la carrera. Aquí muy muy acertadamente el club organizador escogió empezar ya arriba, en la zona bonita, con lo que el disfrute del recorrido es mayor. Como íbamos en el último furgón no tuvimos mayor problema para encontrar nuestras bicis allá arriba, literalmente solo quedaban las nuestras. De hecho la mía estaba justo justo donde me dejó el furgon, y ya colocada en mi lugar natural dentro de lo que es el pelotón..... el último de la fila. Y justo a tiempo para ver la salida de la modalidad maratón, aunque más que llegar a tiempo me dio la impresión de que esperaron que estuviéramos todos arriba para dar la salida de la ruta larga, un buen detalle de la organización (otro más).

Al dar la salida salimos al golpito, ibamos en la cola de la corta, con lo cual a correr no veniamos. Poco a poco fui adelantando que al no tener un molinillo como Dios manda no podía ir más flojo, de hecho pronto me vi obligado a separarme de mi compañero Fermín y tirar pa rriba solo. Miento, no iba solo, iba hablando con uno, con otro..... Estaba claro que ninguno veniamos a competir y si a disfrutar de esta ruta multitudinaria. Y con ese talante afronté la prueba. Hablando con este, con aquel, bromeando con los voluntarios (aunque estoy enfadao con ellos, no me dijeron por dónde se iba al bar 😀).  Bromas aparte, había un despliegue de voluntariado bestial. No había un cruce sin voluntario, o un paso medio revirao sin que alguien te avisara. Nuevamente, me vi reflejado en un espejo. Justo justo como organizamos en el Tamadaba. De verdad, un 10.

Y así discurrió la prueba. Subiendo al golpito, bajando por las pistas con precaución (mis compañeros de ruta bajaban por las pistas como si les fuera la vida en ello, y yo le tengo más miedo a una caída en una de estas pistas que a una bajada por el Sao), y sobre todo disfrutando los senderos. Unos senderos que me encantaron. Las subidas, durillas, te llevaban a zonas espectaculares, casi siempre a la sombra de la vegetación. Reventaito, paré en uno de los avituallamientos, que luego supe era el último de mi recorrido. Zinguié la bici por un lateral de la carpa y me pegué una autentica jartada a plátanos, palmeritas, dulces de hojaldre, gominolas y colicola...... a tomar por saco la dieta, necesitaba imperiosamente recuperar fuerzas.


Después de este avituallamiento y de unos cuantos kilómetros de más pisteo, llegaba lo bueno. Un voluntario nos señalaba que a nuestra derecha comenzaba la bajada. Si la carretera me pareció bonita, acabarla con esa bajada me pareció una auténtica guinda al pastel. Estrechita, lo suficientemente técnica como para tener que echar el culo para atras pero asequible para una 29 rígida, con curvitas de las chachis, algún escaloncillo simpático y un tramo urbano apoteósico con unas rampas que habilitaban una barranquera de manera magistral. Señores, así se acaba una carrera, con un BAJADÓN al final. Recuerdo ir detrás de un compañero que habiéndome adelantado en una bajada por carretera se me echó alante y se pegó una volada en una rampa obligándome a hacer equilibrios en dicha rampa a la espera de que uno de los muchos voluntarios que asistían en dicho punto técnico lo socorrieran.



Ya en meta me tocó esperar un buen rato por mis compañeros, que aunque hubieran salido antes que yo, tenían bastante más distancia por recorrer. Y a cuentagotas fueron llegando, y salvo un buen golpe que se llevó Cuco, todos enteros. Cansaos, no lo niega nadie, pero satisfechos por haberlas terminado. Pudimos dar cuenta de un plato de pollo asado con papas al estilo local, muy rico por cierto, no sin antes desvalijar la bandeja de dulces y golosinas 😀. Yo me quedé un poco maguao de no haber hecho la larga, pero creo que no la hubiera acabado de averme aventurado a hacerla. Quizá por ello me propuse intentarlo en el siguiente desafío: Madrelagua. Pero ya esa es otra historia a la que le dedicaré otro ratico.


Y así volvimos para Gran Canaria. En familia, comentando los lances de la carrera, y viendo el cantajuego para que nuestros peques nos dejaran estar sentados en el barco y no marearnos jajajaja.


NOTA: Lo publicado es meramente un artículo de opinión del autor. No representa más que un consejo, una opinión, el parecer de una persona, y nunca algo vinculante. El club y sus empresas patrocinadoras no se hacen responsables de las opiniones vertidas por su autor. Tampoco te van a llevar a un guachinche a comer carne fiesta y a remontarte en su próximo XC....